Bienvenidos

¿Alguna vez te han robado las palabras? A mí me ha sucedido. Cuando apenas éstas son simples y puros pensamientos que esperan escapar de la mente y expresarse verbalmente y llega alguien más a manifestarlas o cuando algo me sobrecoge de manera violenta que olvido por completo todas las palabras que he aprendido a lo largo de estos dieciocho años de vida. Sí, señores, algunas cosas a veces me dejan sin palabras, pero díganme, ¿a quién no le ha sucedido esto? 

Hace tres años tuve un hallazgo afortunado sin siquiera empeñarme en buscarlo. Descubrí que algunos plasmaban sus palabras en papel y que éstas inquietas deseaban ser reveladas a los ojos de entusiastas lectores. Ahora, no me robaban las palabras sino que me las regalaban. 

Hoy quiero ser yo quien obsequie palabras y aquí tienes las primeras. 

Todo lo que escribo más que ser mío tiene su origen de una emoción, un sentimiento, provocado en mí por un ente externo. Sin duda, ambos tenemos el crédito pues mientras mis sentidos me proporcionan información de mi entorno, mi razón la interpreta y la hace palabras. Por ello, éstas siempre serán tuyas, mías, nuestras palabras.

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